Durante la estancia en Toulouse los focos de atención de los expedicionarios fueron, fundamentalmente, dos: la gran basílica románica de San Sernin y el Museo de los Agustinos, que mostraba el mejor fondo de escultura medieval del Languedoc y del mediodía francés. La formación del museo se debía a los esfuerzos de salvaguarda de obras de arte en edificios religiosos afectados por las consecuencias destructivas del proceso revolucionario francés. Su forjador fue el historiador Alexandre du Mège, primer estudioso del arte medieval languedociano y creador de la Sociedad Arqueológica del Mediodía de Francia en 1831. Su labor es consecuencia y exponente del despertar de la sensibilidad romántica a principios del siglo XIX.

+ info...

La institución, instalada desde 1795 en el secularizado convento de los Agustinos, contaba también con una colección de bellas artes, fundamentalmente de pintura, formada anteriormente bajo inspiración neoclásica. La revalorización de la escultura medieval por el romanticismo propició hacia los años de la década de 1830 una presentación destacada en el claustro del antiguo convento, donde se recompuso de forma algo ficticia el portal de la desaparecida sala capitular de la catedral tolosana, obra de Gilabertus. El museo fue objeto de una profunda reforma según el proyecto inicial de E. Violet-le-Duc, seguido por D. Darcy y ejecutado hacia los años 1890-1903. Por tanto, cuando la misión del Institut d’Estudis Catalans lo visitó en el verano de 1907 era un equipamiento moderno y sugerente, tanto en su arquitectura como en su presentación museográfica.

inicio