«Cada mes sale a la luz algún tesoro desconocido, y yo mismo he tenido constantemente la agradable experiencia de descubrir importantes pinturas, hasta ahora inadvertidas, incluso en iglesias y monasterios bastante accesibles.»

Ch. R. Post, A History of Spanish Painting, Cambridge, I, 1930.

Recomposición del ciclo

La distribución y el carácter de las pinturas de la capilla de santa Catalina de la Seu d’Urgell están en sintonía con las transformaciones de la pintura absidial catalana en el siglo XIII. El espíritu narrativo adquiere cada vez más importancia, como se ve también en el ciclo de santo Tomás Becket de Santa Maria de Terrassa o en el ábside central de Sant Esteve d’Andorra dedicado a la Pasión de Cristo.

El conjunto de santa Catalina se dividía en cuatro registros. En el superior había una imagen teofánica, seguramente un Cristo en Majestad, del que solo se aprecia en las fotos antiguas el extremo inferior de la mandorla. En el segundo se desarrolla el ciclo de la santa, cuyos extremos ya habían desaparecido cuando se localizaron las pinturas en los años 1920. En el tercer registro se situaba una Santa Cena, de la que se conservan solo diez apóstoles, y debajo había un cuarto registro con decoración de cortinajes, del que tampoco quedan restos.